viernes, 11 de marzo de 2011

Cayetano González, siempre con las víctimas




Permítanme que afirme, reinventando la frase de Berthold Brech, que “hay periodistas que están un día con las víctimas y son buenos, hay quienes están muchos años y son muy buenos, pero los hay que están con las víctimas toda la vida. Esos son los imprescindibles”. Sin temor a exagerar, se puede afirmar que Cayetano González Hermosilla es una de esas personas. Cierto es que muchos son los periodistas que se han comprometido con las víctimas del terrorismo etarra o con las víctimas del 11 de marzo, pero se cuentan con los dedos de una mano los que lo han hecho con la intensidad, el cariño y el conocimiento de causa que lo ha hecho Cayetano González.

No en vano, Cayetano González tuvo responsabilidades de comunicación en el ministerio del Interior, en calidad de director de comunicación del primer ministro del ramo que acabó con toda suerte de atajos en la lucha antiterrorista, Jaime Mayor Oreja. Precisamente fue durante su mandato como ministro cuando las víctimas del terrorismo fueron realmente acompañadas, puestas en el centro de la acción política, y la comunicación del Gobierno y del ministerio respecto del terrorismo etarra tuvo importantes consecuencias más allá de las fronteras españolas, y muchos medios de comunicación internacionales colocaron sus focos de atención sobre la situación de las víctimas del separatismo criminal en España. Es obvio que este no es mérito exclusivo del jefe de prensa de un ministerio, pero es innegable que Cayetano González fue parte de esa gran obra del gobierno de España en la batalla contraterrorista.

Mucho y muy doloroso fue el sufrimiento que este periodista honesto tuvo que ver, compartir y padecer al lado de un ministro como Mayor Oreja que, durante su mandato, hubo de asistir al funeral de bastantes compañeros de partido y de otros muchos ciudadanos, y que padeció durante esos años las traumáticas acciones del secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco, previo horrendo e inasumible chantaje, y el larguísimo secuestro de José Antonio Ortega Lara. Sin duda, con esos galones, Cayetano sabe lo que ha visto, sabe de lo que habla y sabe de lo que escribe.

Pero no empezó ahí el conocimiento de la cuestión del terrorismo nacionalista por parte de este leonés nacido en 1954. Durante 20 años, y hasta su entrada en el ministerio del Interior, trabajó en diversos medios de comunicación del País Vasco, y pudo vivir con toda su crudeza los peores años ochenta, en los que cada tres días la ETA asesinaba a una persona ante el ominoso silencio de la sociedad vasca, y la cobardía o complicidad de tantos de sus dirigentes políticos.

Con este bagaje es comprensible que este gran conocedor del terrorismo, amigo de sus víctimas, y bella persona, sea el director del Observatorio Internacional de Víctimas del Terrorismo de la Fundación San Pablo-CEU, así como responsable de la organización de los Congresos Internacionales de Víctimas del Terrorismo que han tenido lugar en España desde 2004 con gigantescos éxitos de asistencia, participación y, ¡cómo no!, repercusión mediática. Es visible que Cayetano no es sólo un hombre sensible sino que sabe hacer su trabajo como muy pocos sabrían hacerlo.

No escribo a humo de pajas sobre el Cayetano periodista ni sobre el Cayetano ciudadano, sino como testigo privilegiado de su actividad laudable al menos desde 1996, cuando en compañía de Jaime Mayor Oreja nos visitaba en el País Vasco a los que estábamos en primera línea, y después como observador de su actividad en torno a los congresos internacionales e intervenciones en prensa, y siempre como compañero en la guerra del movimiento cívico, en la que siempre ha estado, y para la que nunca ha tenido un no. No ha habido manifestación de las víctimas en la que no fuera posible encontrar a Cayetano, ni acto medianamente importante sobre éstas en el que no estuviera, como el de este verano, cuando nos acompañó en la IV Escuela de Verano de la Fundación DENAES que abordaba el fin del terrorismo y donde, una vez más, demostró no solo su saber sensible, sino su capacidad para estar cerca de las víctimas, de todas las víctimas, independientemente de sus sensibilidades, en una época de divisiones y enfrentamientos. Creo que no desbarro si concluyo estos elogios con la más grande de las loas que podría esperar un buen hombre: todas las víctimas quieren a Cayetano González. Pregunten y verán.

Publicado en Alba el 11 de marzo de 2011

1 comentario:

  1. Merecido homenaje y publicidad a alguien que debemos alabar. Lo único que objetar es que la referencia inicial a Bertold Brecht casi me desanima, conociendo el tipo de personas que lo suelen citar, y además en muchos casos de manera impropia.

    Saludos

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