Con el Premio Nobel concedido a Mario Vargas Llosa los españoles hemos sentido la misma alegría y emoción que cuando lo lograron Camilo José Cela, Jacinto Benavente, Santiago Ramón y Cajal, o Severo Ochoa. Al margen de la nacionalidad española concedida a Vargas Llosa, -extremo del que yo no estaba seguro y muchos desconocerán-, lo cierto es que con el galardón otorgado al mismo los españoles nos hemos visto reconocidos por el premio y reconocidos en él, en el premiado. Porque el peruano Mario Vargas Llosa es un español mucho antes de que ningún documento administrativo acreditase la nueva nacionalidad española, concedida precisamente cuando en El Perú autoritario se barajaba quitarle su otra nacionalidad con la excusa típica de caricaturizar su lucha por la libertad como una traición a la patria. “Quiero a España tanto como al Perú y mi deuda con ella es tan grande como el agradecimiento que la tengo”, ha hecho público su amor de un modo que eriza el vello a millones de españoles.
Más allá de que esta sea la victoria de nuestro literato compatriota y con él, de nuestra lengua universal, es la de un hombre que ha vivido muchos años de su dilatada vida y amplia trayectoria literaria en España, que nos conoce y se reconoce en nosotros, que nos siente y le sentimos, que nos quiere. No en vano Vargas Llosa dedicó extensos y sentidos párrafos de afecto a España en el discurso mismo que pronunció en Estocolmo mientras degustaba las mieles del triunfo y del reconocimiento mundial. A esa España que le acogió en Barcelona y en Madrid y a esos españoles que fueron y son sus amigos y de los que el bien nacido no olvidó nombres ni apellidos.
Pero la relación de Vargas Llosa con España es aún mayor que la relación del hipotético forastero que es acogido y aplaudido en una tierra, entre unas gentes. Y él mismo lo reconoce y reivindica de alguna manera. La ligazón de Vargas Llosa a España es emocional e histórica, a través de los antepasados, de aquellos que nos precedieron en el gran mundo hispánico. Por eso el maestro de las palabras expresó a la vez que su cosmopolitismo y su patriotismo peruano, el amor a España y la reivindicación de la hispanidad sin leyendas rosas ni negras que ojalá asumieran todos los hispanoamericanos y todos los españoles. “A mí me enorgullece sentirme heredero de las culturas prehispánicas (…), y de los españoles que, con sus alforjas, espadas y caballos, trajeron al Perú a Grecia, Roma, la tradición judeo-cristiana, el Renacimiento, Cervantes, Quevedo y Góngora, y la lengua recia de Castilla que los Andes dulcificaron” (…)“La conquista de América fue cruel y violenta, como todas las conquistas, desde luego, y debemos criticarla, pero sin olvidar, al hacerlo, que quienes cometieron aquellos despojos y crímenes fueron, en gran número, nuestros bisabuelos y tatarabuelos, los españoles que fueron a América y allí se acriollaron, no los que se quedaron en su tierra”
Más allá de los matices que podríamos señalar sobre el descubrimiento del Nuevo Mundo, debemos agradecer que la pasión llosiana por España no sea retórica o estética. Es un querer en el que se detecta su preocupación por el devenir de España, de su unidad y de su libertad. Por eso se detuvo para alabar la transición española y la Barcelona de aquellos días para acto seguido abominar con nitidez y crudeza de los nacionalismos: ”Ojalá que los nacionalismos, plaga incurable del mundo moderno y también de España, no estropeen esta historia feliz”. Siendo tajante en su afirmación de que “detesto toda forma de nacionalismo” se esmeró en distinguirlo del patriotismo al que ensalzó y que claramente practica, distanciándose de otras posturas liberales que relativizan en exceso la patria.
España ha ganado porque Mario ha ganado. Y Mario ha devuelto con su discurso el favor y el amor que España le ha regalado. ” Si no hubiera sido por España jamás hubiera llegado a esa tribuna, ni a ser un escritor conocido”. Su gratitud es absoluta. La nuestra también.
Más allá de que esta sea la victoria de nuestro literato compatriota y con él, de nuestra lengua universal, es la de un hombre que ha vivido muchos años de su dilatada vida y amplia trayectoria literaria en España, que nos conoce y se reconoce en nosotros, que nos siente y le sentimos, que nos quiere. No en vano Vargas Llosa dedicó extensos y sentidos párrafos de afecto a España en el discurso mismo que pronunció en Estocolmo mientras degustaba las mieles del triunfo y del reconocimiento mundial. A esa España que le acogió en Barcelona y en Madrid y a esos españoles que fueron y son sus amigos y de los que el bien nacido no olvidó nombres ni apellidos.
Pero la relación de Vargas Llosa con España es aún mayor que la relación del hipotético forastero que es acogido y aplaudido en una tierra, entre unas gentes. Y él mismo lo reconoce y reivindica de alguna manera. La ligazón de Vargas Llosa a España es emocional e histórica, a través de los antepasados, de aquellos que nos precedieron en el gran mundo hispánico. Por eso el maestro de las palabras expresó a la vez que su cosmopolitismo y su patriotismo peruano, el amor a España y la reivindicación de la hispanidad sin leyendas rosas ni negras que ojalá asumieran todos los hispanoamericanos y todos los españoles. “A mí me enorgullece sentirme heredero de las culturas prehispánicas (…), y de los españoles que, con sus alforjas, espadas y caballos, trajeron al Perú a Grecia, Roma, la tradición judeo-cristiana, el Renacimiento, Cervantes, Quevedo y Góngora, y la lengua recia de Castilla que los Andes dulcificaron” (…)“La conquista de América fue cruel y violenta, como todas las conquistas, desde luego, y debemos criticarla, pero sin olvidar, al hacerlo, que quienes cometieron aquellos despojos y crímenes fueron, en gran número, nuestros bisabuelos y tatarabuelos, los españoles que fueron a América y allí se acriollaron, no los que se quedaron en su tierra”
Más allá de los matices que podríamos señalar sobre el descubrimiento del Nuevo Mundo, debemos agradecer que la pasión llosiana por España no sea retórica o estética. Es un querer en el que se detecta su preocupación por el devenir de España, de su unidad y de su libertad. Por eso se detuvo para alabar la transición española y la Barcelona de aquellos días para acto seguido abominar con nitidez y crudeza de los nacionalismos: ”Ojalá que los nacionalismos, plaga incurable del mundo moderno y también de España, no estropeen esta historia feliz”. Siendo tajante en su afirmación de que “detesto toda forma de nacionalismo” se esmeró en distinguirlo del patriotismo al que ensalzó y que claramente practica, distanciándose de otras posturas liberales que relativizan en exceso la patria.
España ha ganado porque Mario ha ganado. Y Mario ha devuelto con su discurso el favor y el amor que España le ha regalado. ” Si no hubiera sido por España jamás hubiera llegado a esa tribuna, ni a ser un escritor conocido”. Su gratitud es absoluta. La nuestra también.
Publicado en Alba
“La conquista de América fue cruel y violenta, como todas las conquistas, desde luego, y debemos criticarla, pero sin olvidar, al hacerlo, que quienes cometieron aquellos despojos y crímenes fueron, en gran número, nuestros bisabuelos y tatarabuelos, los españoles que fueron a América y allí se acriollaron, no los que se quedaron en su tierra”
ResponderEliminarEsta es una verdad que por obvia es poco reconocida y aceptada en latinoamérica. El “enemigo español” era, en sentido literal parte de ellos; de los criollos. Trayendo como consecuencia un complicado y conflictivo papel en el concepto de nación distinta a España. ¿Cuan diferentes eran el español de América el español canario y el español peninsular? . América era España, era parte real de España y no como equivocadamente se dice “colonia” Cuando se pierde Cuba, ¿Se pierde acaso una “colonia”?
Un dilema que va a hacer de la herencia española el centro de una larga y compleja polémica de identidad, desde México hasta Venezuela, Argentina y Chile. Problema de identidad y barbaridad que bien queda reflejada en la frase del español Simón Bolívar: “Españoles y Canarios, contad con la muerte, aun siendo indiferentes, si no obráis activamente en obsequio de la libertad de América. Americanos, contad con la vida, aun cuando seáis culpables.”