viernes, 29 de abril de 2011

Carlos Iturgaiz, sin arriar la bandera


Él tuvo que padecer la peor etapa del PP vasco, un partido cosido a balazos y combatido con bombas en aquella época en la que los funerales por los concejales asesinados eran demasiado habituales. Y lo hizo con valentía, con pasión y con radicalidad, pero también con temple, y eso es lo que más sorprende porque Carlos Iturgaiz asumió la presidencia del PP vasco cuando sólo tenía 31 años, y permaneció en el cargo los duros ocho años que coincidieron con el gobierno de José María Aznar, en los que el PP era el objetivo prioritario de los asesinos de la ETA.

Fue mi jefe directo durante un tiempo, ya que en sus últimos cuatro años de mandato yo presidía la organización juvenil del PP del País Vasco, que contaba con medio centenar de veinteañeros escoltados. En aquella época el tipo de actos que organizábamos eran cualquier cosa menos ortodoxos. No podía esperarse otra cosa de un grupo de chavales que bailaban con la muerte todos los días por un compromiso político con el PP y por una lealtad patriótica hacia España. A Iturgaiz le intentaron matar varias veces, y a bastantes de nosotros también. En algunos casos lo consiguieron. Pero nunca nos lograron doblegar ni amordazar, entre otras razones porque contábamos con un jefe de filas absolutamente desacomplejado que ni temía a la ETA ni respetaba al PNV. Venciendo a esos dos miedos tradicionales, que eran los amos y señores del País Vasco, los cachorros de Iturgaiz nos atrevíamos a salir a la calle, a manifestarnos frente a frente con los proetarras, a clausurar la calle y la estatua dedicadas a Sabino Arana en Bilbao, a ahorcar un muñeco ante la residencia oficial de Ibarretxe en una parodia sobre lo que el nacionalismo hacía con las víctimas del terrorismo y con los consensos constitucionales, o a editar unas pegatinas en las que se veía a Ibarretxe con camisa de fuerza bajo la leyenda “Juanjo I, Rey del Estado Libre Asociado de Euskadi”, y a otro montón de heterodoxas acciones sorpresa, incluso para el PP, y que Iturgaiz no desautorizaba e incluso aplaudía discretamente.

Sin duda Iturgaiz era un gran jefe; que dejaba hacer, que compartía protagonismos, que sabía abrazar a los suyos, que llamaba a las cosas por su nombre, que resistía toda presión –incluso las de la dirección nacional del PP en alguna ocasión-, y que además hizo despegar al PP vasco obteniendo los mejores resultados electorales que nunca tuvo el PP vasco tanto en las autonómicas de 1998 como en las de 2001, convirtiendo al PP en la segunda fuerza política en el País Vasco.

Justamente por eso la ETA quiso matarle insistente e infructuosamente y el PNV quiso desprestigiarle lanzando contra él todo tipo de ataques, dirigiéndole los peores insultos, haciendo mofa de su figura pública, y propagando los peores y más malignos rumores sobre su vida privada destinados a destruir su vida familiar ya que no podían amordazarle políticamente. Pero no consiguieron ni una cosa ni la otra.

Y es que Iturgaiz, con su manía de hablar alto y claro, con su juventud insultante, y con su dominio del eusquera, dejó fuera de juego a los nacionalistas, y llevó al éxito a un partido que parecía condenado a las catacumbas. Y lo hizo sin disfrazarse, sin esconder ni uno sólo de sus principios y haciendo alarde del vasquismo y del españolismo propios del PP vasco. Y lo hizo sin complejos, sin miedo, sin ahorrarse una visita al último pueblo vasco, - como cuando acudió a mi nombramiento con 19 años como responsable de las juventudes del PP del Valle de Ayala-, sin escatimar una sola palmada o abrazo a sus concejales amenazados, sin dejar de atender una sola llamada de teléfono, y además prestando su imagen al PP nacional en el último confín de España, pero sobre todo, sin arriar jamás la bandera. Hoy este hombre joven, trabajador incansable, buen jefe, valeroso patriota y mejor persona se encuentra en Bruselas, desaprovechado para la política nacional, tan necesitada de las virtudes de las que él está sobrado.

1 comentario:

  1. Amigo Santi, mi admiración hacia vosotros, que os jugáis literalmente la vida, me hizo afiliarme al PP en 2004, tras la debacle del 11-M. Actualmente tengo que buscar en gente como vosotros y como Aznar, que el otro día vino a Estepona, para refrescarme la memoria, porque el perfil bajo del señor alto me tiene un poco desorientado. Gracias una vez más por vuestro ejemplo.

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