Cuando uno es el hombre del aparato frente al candidato alternativo, lo tiene todo a favor para ganar, pero todo en contra para las alabanzas y para que se destaquen sus méritos. Bauzá se hizo con las riendas del PP balear pero se negó a vivir en la ilegitimidad a la que pretendían condenarle precisamente quienes le promovían, y que no buscaban sino colocarle a dedo evitando la celebración de un congreso en el que se viera obligado a disputar la presidencia al carismático candidato Carlos Delgado. Fue José Ramón Bauzá quien exigió a la dirección nacional popular la celebración del mencionado cónclave, del que resultó victorioso, con claridad, ante un candidato, el correoso Delgado, que también cosechó un dignísimo resultado.
Pero Bauzá no hizo lo que de él esperaban sus mentores, ni aquello que se correspondía con los usos comunes de la política. Así que no aprovechó la ocasión para laminar a su adversario y hacerle desaparecer del partido. Al contrario, le integró en su equipo, e incluso adoptó su discurso de regeneración de la vida pública balear y de reivindicación de la libertad de los padres para escolarizar a sus hijos en lengua española, derecho que cada vez estaba más cercenado en esas tierras insulares debido a la progresiva imposición del catalán en la enseñanza, en la que tuvo corresponsabilidad todo el arco parlamentario balear, incluido el PP, hasta la llegada del tándem Bauzá-Delgado.
Porque esos dos hombres políticos y honestos que dieron la primera lección de integrarse en un único equipo tras disputar un congreso a cara de perro, han dado una segunda lección haciéndose con el poder en las Islas Baleares y brindándole a su partido el masivo apoyo ciudadano con una incuestionable mayoría absoluta. El compromiso de Bauzá con Delgado y su discurso ha sido nítido y le ha premiado con la consejería más fuerte de su gobierno, la Consejería de Turismo.
Pero no es eso lo que aquí más importa. Sino valorar las actitudes y maneras patrióticas de Bauzá, porque sólo aquellos corazones capaces de alejarse de las encarnizadas banderías entre los propios son a su vez capaces de alejarse de discursos sectarios, separatistas o simplemente nefastos para el interés común de los ciudadanos. Y eso, sin duda, es el patriotismo. Quien es capaz de entenderse con los suyos, con los de casa, de mostrarles afecto y ser consecuente con ese afecto; es también capaz de salir a la calle al encuentro de aquellos que no son tan cercanos y convencerles de que existe un proyecto común, un interés general, que no puede ser ajeno a nadie.
Cuando conocí a José Ramón Bauzá en Palma de Mallorca hace unos meses las espadas entre las dos facciones del PP balear estaban en alto. Fue en una manifestación convocada por el Circulo Balear en defensa de la libertad lingüística y contra la imposición catalanista. Bauzá estuvo allí, ante la desconfianza de muchos que veían en él al clásico esbirro del aparato que se acercaba al tumulto por conveniencia más que por convicción. Yo entonces era partícipe de esa desconfianza. Y creo que Bauzá, con el que pude hablar allí, era consciente de lo que muchos pensaban de él. Se podía notar su incomodidad y no faltó quien le reprochase su presencia.
El tiempo y los hechos no nos han dado la razón. Bauzá se ha comportado como un hombre valiente que no ha rehuido un congreso disputado, como un hombre generoso que ha integrado a su oponente derrotado, como un hombre de éxito que ha arrollado en las elecciones autonómicas, como un hombre inteligente que ha puesto a su gran rival al frente de la consejería más fuerte de su gobierno, como un hombre patriota que se ha comprometido con un discurso en defensa de las libertades y del proyecto común español. Y como un hombre consecuente que ya clama al cielo, insular y peninsular, su discurso refrescante y sensato apelando al cambio, al relevo, a la reforma “para que la marca España vuelva a ser respetada”. Que así sea, por todo el orbe, y en la españolísima tierra balear donde tan postergado y denostado ha sido todo lo que oliera a España. Pero ahora hay esperanza. Contamos con Bauzá para esa justa reconquista.
Pero Bauzá no hizo lo que de él esperaban sus mentores, ni aquello que se correspondía con los usos comunes de la política. Así que no aprovechó la ocasión para laminar a su adversario y hacerle desaparecer del partido. Al contrario, le integró en su equipo, e incluso adoptó su discurso de regeneración de la vida pública balear y de reivindicación de la libertad de los padres para escolarizar a sus hijos en lengua española, derecho que cada vez estaba más cercenado en esas tierras insulares debido a la progresiva imposición del catalán en la enseñanza, en la que tuvo corresponsabilidad todo el arco parlamentario balear, incluido el PP, hasta la llegada del tándem Bauzá-Delgado.
Porque esos dos hombres políticos y honestos que dieron la primera lección de integrarse en un único equipo tras disputar un congreso a cara de perro, han dado una segunda lección haciéndose con el poder en las Islas Baleares y brindándole a su partido el masivo apoyo ciudadano con una incuestionable mayoría absoluta. El compromiso de Bauzá con Delgado y su discurso ha sido nítido y le ha premiado con la consejería más fuerte de su gobierno, la Consejería de Turismo.
Pero no es eso lo que aquí más importa. Sino valorar las actitudes y maneras patrióticas de Bauzá, porque sólo aquellos corazones capaces de alejarse de las encarnizadas banderías entre los propios son a su vez capaces de alejarse de discursos sectarios, separatistas o simplemente nefastos para el interés común de los ciudadanos. Y eso, sin duda, es el patriotismo. Quien es capaz de entenderse con los suyos, con los de casa, de mostrarles afecto y ser consecuente con ese afecto; es también capaz de salir a la calle al encuentro de aquellos que no son tan cercanos y convencerles de que existe un proyecto común, un interés general, que no puede ser ajeno a nadie.
Cuando conocí a José Ramón Bauzá en Palma de Mallorca hace unos meses las espadas entre las dos facciones del PP balear estaban en alto. Fue en una manifestación convocada por el Circulo Balear en defensa de la libertad lingüística y contra la imposición catalanista. Bauzá estuvo allí, ante la desconfianza de muchos que veían en él al clásico esbirro del aparato que se acercaba al tumulto por conveniencia más que por convicción. Yo entonces era partícipe de esa desconfianza. Y creo que Bauzá, con el que pude hablar allí, era consciente de lo que muchos pensaban de él. Se podía notar su incomodidad y no faltó quien le reprochase su presencia.
El tiempo y los hechos no nos han dado la razón. Bauzá se ha comportado como un hombre valiente que no ha rehuido un congreso disputado, como un hombre generoso que ha integrado a su oponente derrotado, como un hombre de éxito que ha arrollado en las elecciones autonómicas, como un hombre inteligente que ha puesto a su gran rival al frente de la consejería más fuerte de su gobierno, como un hombre patriota que se ha comprometido con un discurso en defensa de las libertades y del proyecto común español. Y como un hombre consecuente que ya clama al cielo, insular y peninsular, su discurso refrescante y sensato apelando al cambio, al relevo, a la reforma “para que la marca España vuelva a ser respetada”. Que así sea, por todo el orbe, y en la españolísima tierra balear donde tan postergado y denostado ha sido todo lo que oliera a España. Pero ahora hay esperanza. Contamos con Bauzá para esa justa reconquista.
Publicado en Alba el 24 de Junio de 2011
Es realmente interesante la trayectoria de Bauzá en el PP Balear, y eso que yo desconocía estos últimos aconteceres al respecto de su reciente rival en el liderazgo local del partido. No obstante, la experiencia de los últimos años nos aconseja ser cautos en cuanto al optimismo respecto a líderes políticos locales de zonas con tentaciones al regionalismo. En más de una ocasión ha faltado valor, o sobrado rostro, para afrontar políticas lingüísticas valientes y leales al país, por parte de políticos esperanzadores en sus inicios de "PoPularidad".
ResponderEliminarPese a todo, y para no fomentar el pesimismo, vaya desde aquí mi enhorabuena al señor Bauzá y a su inteligente y generosa táctica política.
También mi enhorabuena especial al padre de este blog que, como vasco íntegro que es, vence con arrojo las innumerables y descorazonadoras novedades de la actualidad en las vascongadas.
Ánimo Santiago, estamos contigo y con todos los españoles valientes, sanos y luchadores.
Un abrazo.
Es realmente interesante la trayectoria política de Bauzá en el PP Balear. Yo desconocía los últimos acontecimientos al respecto del que ha sido recientemente su rival en el liderazgo del partido a nivel local.
ResponderEliminarEs un comportamiento a la par generoso e inteligente políticamente. No obstante, la experiencia de los últimos años nos demuestra que debemos ser prudentes en el optimismo al respecto de los líderes locales en regiones con tendencias regionalistas. En más de una ocasión ha faltado valor, o sobrado rostro, a la hora de encarar políticas leales a España en el ámbito lingüístico, por ejemplo.
Pese a todo, no seré yo quien siembre el pesimismo, y vaya desde aquí mi enhorabuena a Bauzá y el deseo de toda la fortuna para su gestión al frente de la región.
También quiero enviar desde aquí mi más sincero abrazo al padre de este blog, a Santiago, que, como vasco íntegro, afronta y supera con incansable y noble lucha todas las nefastas y descorazonadoras novedades que acontecen en Vascongadas.
Ánimo, Santiago.
Gracias a personas como tú, queda esperanza.