He conocido pocas personas tan voluntariosas, tan versátiles y tan entusiastas. De hecho, creo que no me había topado en mi vida con nadie que resumiese en su personalidad todas esas características de una manera tan acentuada. No en vano, Javier pertenece esa grupo de los que valen "lo mismo para un fregado que para un barrido", espécimen español sobre el que ya he tratado en esta sección con anterioridad.
Dicen que quien mucho abarca poco aprieta. Y será verdad. Pero Javier es la excepción a esta regla de la lógica. Su compromiso cívico y patriótico con todo lo que huela a España, o, a víctimas del terrorismo le empuja a implicarse en todo, y además a meterse hasta las cachas. Y, contra todo pronóstico, a todo llega, cierto es que cinco minutos tarde, pero llega. Nada grave esa tardanza, por otra parte, atendiendo a la vorágine capitalina y al ronroneo de los atascos urbanos.
Hoy, Javier Ortega Smith-Molina es uno de los principales puntales de la Fundación DENAES, para la Defensa de la Nación Española, de la que es responsable jurídico. Con sus casi dos metros de altura era gracioso verle como a un niño con zapatos nuevos, con la ilusión desbordada y la esperanza viva, al tener el honor de estampar su firma como letrado en la querella criminal por prevaricación contra los seis magistrados del Tribunal Constitucional que legalizaron a Bildu-ETA. Pero, como decía, Javier vale lo mismo para estudiar y promover la más sesuda de las querellas, que para ejercer de portavoz de la Fundación, que para repartir dípticos propagandísticos por la calle, que para hacer de relaciones públicas de la misma. Es una de esas personas a las que no se les caen los anillos y son capaces de valorar la dignidad y el honor del puesto que en cada momento le toque desempeñar.
Gozamos de gran fortuna en la Fundación DENAES por tener en nuestras filas a un tipo de la llaneza, la laboriosidad y la solvencia de Javier Ortega. Pero sobre todo, no podemos dar con un canto en los dientes mientras Javier Ortega pueda seguir entregando su tiempo, mucho de su tiempo, de una manera tan altruista y alegre. Cuando me le presentaron hace unos años en la entrega de los Premios Españoles Ejemplares, y pude apretar su mano, que doblaba la mía, percibí en él un entusiasmo que no he dejado de notar en momento alguno. Por entonces, él y un grupo de amigos de Madrid, volcaban íntegramente su compromiso patriótico —que no partidista— ayudando en las jornadas electorales a Icíar Lamarain, la valerosa concejal popular de Mondragón. Y todo ello, insisto, empujado por un sólido y rocoso amor a España, ya que lo hacían sin ser afiliados, y quizá ni votantes, del Partido Popular. No en vano, Javier Ortega, suele concluir sus escritos electrónicos o sus referencias verbales a Mondragón, con un inequívoco “por España, un paso al frente”.
Hoy, Javier y todos sus amigos del “Grupo Mondragón” son unos estrechos colaboradores de la Fundación DENAES, a la que se han entregado a ciegas. De entre ellos, es Javier Ortega Smith-Molina uno de los que se han convertido en imprescindibles. Hay días, que este altruista, —no otra cosa es un patriota—, ha tenido que entregar mañana, tarde y noche a la causa de DENAES, que es la de España, y lo ha hecho retirando tiempo a su ocio y robándoselo a su modus vivendi, la abogacía.
He visto a Javier Ortega en acción repartiendo enseñas nacionales a las puertas del Camp Nou, que conseguimos colorear de rojigualda en una de las finales de la Copa del Rey; le he visto ante la audiencia televisiva defendiendo aquello que otros no se atreven a defender, y le visto en las puertas de los tribunales apelando al cumplimiento de la legalidad española que no es otra cosa que el cumplimiento —imperfecto, sí, pero cumplimiento al fin— de la voluntad del pueblo español. Y he de agradecerle muchas cosas pero sobre toda una. Observar su entrega y compromiso, y ser consciente de la calidad humana de compatriotas como él, me ha ayudado mantener intacta mi fe en España, a ver justificado mi patriotismo, y a acrecentar mi esperanza en el mantenimiento de la unidad de nuestro pueblo.
Dicen que quien mucho abarca poco aprieta. Y será verdad. Pero Javier es la excepción a esta regla de la lógica. Su compromiso cívico y patriótico con todo lo que huela a España, o, a víctimas del terrorismo le empuja a implicarse en todo, y además a meterse hasta las cachas. Y, contra todo pronóstico, a todo llega, cierto es que cinco minutos tarde, pero llega. Nada grave esa tardanza, por otra parte, atendiendo a la vorágine capitalina y al ronroneo de los atascos urbanos.
Hoy, Javier Ortega Smith-Molina es uno de los principales puntales de la Fundación DENAES, para la Defensa de la Nación Española, de la que es responsable jurídico. Con sus casi dos metros de altura era gracioso verle como a un niño con zapatos nuevos, con la ilusión desbordada y la esperanza viva, al tener el honor de estampar su firma como letrado en la querella criminal por prevaricación contra los seis magistrados del Tribunal Constitucional que legalizaron a Bildu-ETA. Pero, como decía, Javier vale lo mismo para estudiar y promover la más sesuda de las querellas, que para ejercer de portavoz de la Fundación, que para repartir dípticos propagandísticos por la calle, que para hacer de relaciones públicas de la misma. Es una de esas personas a las que no se les caen los anillos y son capaces de valorar la dignidad y el honor del puesto que en cada momento le toque desempeñar.
Gozamos de gran fortuna en la Fundación DENAES por tener en nuestras filas a un tipo de la llaneza, la laboriosidad y la solvencia de Javier Ortega. Pero sobre todo, no podemos dar con un canto en los dientes mientras Javier Ortega pueda seguir entregando su tiempo, mucho de su tiempo, de una manera tan altruista y alegre. Cuando me le presentaron hace unos años en la entrega de los Premios Españoles Ejemplares, y pude apretar su mano, que doblaba la mía, percibí en él un entusiasmo que no he dejado de notar en momento alguno. Por entonces, él y un grupo de amigos de Madrid, volcaban íntegramente su compromiso patriótico —que no partidista— ayudando en las jornadas electorales a Icíar Lamarain, la valerosa concejal popular de Mondragón. Y todo ello, insisto, empujado por un sólido y rocoso amor a España, ya que lo hacían sin ser afiliados, y quizá ni votantes, del Partido Popular. No en vano, Javier Ortega, suele concluir sus escritos electrónicos o sus referencias verbales a Mondragón, con un inequívoco “por España, un paso al frente”.
Hoy, Javier y todos sus amigos del “Grupo Mondragón” son unos estrechos colaboradores de la Fundación DENAES, a la que se han entregado a ciegas. De entre ellos, es Javier Ortega Smith-Molina uno de los que se han convertido en imprescindibles. Hay días, que este altruista, —no otra cosa es un patriota—, ha tenido que entregar mañana, tarde y noche a la causa de DENAES, que es la de España, y lo ha hecho retirando tiempo a su ocio y robándoselo a su modus vivendi, la abogacía.
He visto a Javier Ortega en acción repartiendo enseñas nacionales a las puertas del Camp Nou, que conseguimos colorear de rojigualda en una de las finales de la Copa del Rey; le he visto ante la audiencia televisiva defendiendo aquello que otros no se atreven a defender, y le visto en las puertas de los tribunales apelando al cumplimiento de la legalidad española que no es otra cosa que el cumplimiento —imperfecto, sí, pero cumplimiento al fin— de la voluntad del pueblo español. Y he de agradecerle muchas cosas pero sobre toda una. Observar su entrega y compromiso, y ser consciente de la calidad humana de compatriotas como él, me ha ayudado mantener intacta mi fe en España, a ver justificado mi patriotismo, y a acrecentar mi esperanza en el mantenimiento de la unidad de nuestro pueblo.
Publicado en Alba el 17 de Junio de 2011.
El trabajo que está realizando la Fundación Denaes es extraordinario. Sin duda este es el momento de la sociedad civil, ahora más que nunca el espíritu de "la rebelión cívica" debe de estar más presente que nunca.
ResponderEliminarPablo del Campo
Doy fe de ello. Un gran batallador, Javier Ortega, además de una maravillosa persona. Da gusto trabajar con él. Espero que sean muchos años, siempre por España.
ResponderEliminar