Querido presidente José María Aznar,
Querida Consejera de Presidencia de la Comunidad de Madrid,
Queridos miembros del Patronato de la Fundación DENAES,
Queridos AMIGOS de la NACIÓN. AMIGOS TODOS.
Gracias por acompañarnos en este día.
Conmemoramos el V ANIVERSARIO de la Fundación DENAES para la Defensa de la Nación Española. Y aunque parezca fórmula retórica, nunca fue tan cierto un deseo: el de no haber celebrado ni un solo año de existencia, porque esta Fundación fuera una herramienta innecesaria para la sociedad española.
Atravesamos días azarosos y turbulentos de nuestra vida colectiva. Y más que nunca hemos de tomar conciencia de que lo que podría ser una buena noticia, (que una organización criminal cese se asesinar a nuestros compatriotas), puede transformarse, (si no se actúa con fortaleza y prudencia, con patriotismo, y con clarividencia en la evaluación de la situación), en la peor de las noticias:
-la de que una banda terrorista, -si su brazo político obtiene el poder en la Comunidad Autónoma Vasca-, traslada su campo de acción, su terreno de juego, desde el terror a la insurrección institucional contra el Estado constitucional español, con una vulneración total del imperio de la ley y con una eventual declaración unilateral de la secesión y la independencia.
Todo ello mientras tutela un proceso de inacción del Estado bajo la amenaza soterrada de la vuelta a las armas.
Después de treinta años de padecer el reiterativo y débil discurso de que en democracia todas las ideas son defendibles y todos los proyectos plausibles; después de tanto tiempo concentrados en proclamar la ilegitimad de los medios terroristas dejando salir indemnes los fines totalitarios y secesionistas, hoy nuestro discurso se encuentra argumentalmente desarbolado ante la ofensiva nacionalista que se avecina irremediablemente.
Hemos de enmendarnos. No todo es defendible y plausible en democracia. No lo es la limitación de las libertades ciudadanas, no lo es el cuestionamiento de la igualdad radical del hombre, no lo es la impugnación de la democracia misma, y no lo es –faltaría más- la disolución de la unidad nacional.
Nuestra obligación es desmontar la supuesta legitimidad de esa reivindicación y del pretendido derecho de secesión de una parte de la nación. Y existe un inapelable argumento de fondo para negarlo. Se priva a los españoles de un patrimonio que también les pertenece, y que además les pertenece de manera irrenunciable.
Es cierto que también hay quien piensa que, en una democracia como la nuestra, los españoles podríamos llegar a renunciar a nuestra herencia voluntaria y conjuntamente en plebiscito nacional, aunque por razones de toda índole de ninguna manera debamos.
Y aquí sostenemos que ni siquiera podemos. Apoyados en la doctrina clásica de los límites del poder constituyente, mantenemos que la reforma constitucional no puede modificarlo todo ni admitir la segregación de una parte de nuestro territorio y de nuestra nación. El poder constituyente constituido no puede atentar contra su propio fundamento, que no es otro que la existencia, la continuidad histórica y la unidad de la nación española.
En España hay dos proyectos nacionales fuertes desde hace muchos años. Y, no nos engañemos, ninguno de ellos es el español. El nacionalismo vasco y el nacionalismo catalán llevan décadas cultivando desde la sociedad civil y desde las instituciones el fermento que socave la convivencia nacional. Y ni descansan, ni ceden terreno, ni escatiman tiempo y fondos públicos.
Ante eso; España necesita un proyecto alternativo que cultive la cohesión de la sociedad española, la fortaleza de sus instituciones y la potencia de su patriotismo.
Los españoles necesitamos un proyecto que invierta el proceso desvertebrador de España que ha provocado que la crisis económica sea aun más profunda.
Necesitamos un proyecto nacional español que no descanse, que no escatime esfuerzos, ni ahorre tiempo, ni hurte medios.
España necesita el proyecto que establezca y acometa un plan de regeneración nacional a corto, medio y largo plazo.
La Fundación DENAES cobra más sentido que nunca para ayudar a esos objetivos de restauración nacional desde la sociedad civil, pero necesitamos trabajar codo con codo con otras instituciones. Y necesitamos que ese proyecto se haga también desde las más altas instancias del Estado, en cumplimiento de los valores y principios proclamados en nuestra Constitución. Que la sociedad acompañe a las instituciones públicas, y las instituciones públicas acompañen a la sociedad en una respuesta coordinada, cabal y efectiva ante el desafío rupturista planteado.
Cinco años después, volvemos a comprometernos, con más fuerza y más ahínco, -también con más preocupación-, a través de este instrumento al servicio de España que es la Fundación DENAES.
Volvemos a comprometernos no solo con un proyecto, sino con una realidad que se resiste a perecer, la de la existencia histórica de una España libre, unida y democrática que quiere seguir siendo una nota fundamental en el concierto de las naciones civilizadas, y no una anomalía más en un coro anárquico, polifónico, tribal y liberticida.
Mantenemos nuestra esperanza intacta en España y en su pervivencia histórica.
Porque tenemos fe en la nación española. Porque contamos con el pueblo español.
Porque contamos con todos vosotros
Querida Consejera de Presidencia de la Comunidad de Madrid,
Queridos miembros del Patronato de la Fundación DENAES,
Queridos AMIGOS de la NACIÓN. AMIGOS TODOS.
Gracias por acompañarnos en este día.
Conmemoramos el V ANIVERSARIO de la Fundación DENAES para la Defensa de la Nación Española. Y aunque parezca fórmula retórica, nunca fue tan cierto un deseo: el de no haber celebrado ni un solo año de existencia, porque esta Fundación fuera una herramienta innecesaria para la sociedad española.
Atravesamos días azarosos y turbulentos de nuestra vida colectiva. Y más que nunca hemos de tomar conciencia de que lo que podría ser una buena noticia, (que una organización criminal cese se asesinar a nuestros compatriotas), puede transformarse, (si no se actúa con fortaleza y prudencia, con patriotismo, y con clarividencia en la evaluación de la situación), en la peor de las noticias:
-la de que una banda terrorista, -si su brazo político obtiene el poder en la Comunidad Autónoma Vasca-, traslada su campo de acción, su terreno de juego, desde el terror a la insurrección institucional contra el Estado constitucional español, con una vulneración total del imperio de la ley y con una eventual declaración unilateral de la secesión y la independencia.
Todo ello mientras tutela un proceso de inacción del Estado bajo la amenaza soterrada de la vuelta a las armas.
Después de treinta años de padecer el reiterativo y débil discurso de que en democracia todas las ideas son defendibles y todos los proyectos plausibles; después de tanto tiempo concentrados en proclamar la ilegitimad de los medios terroristas dejando salir indemnes los fines totalitarios y secesionistas, hoy nuestro discurso se encuentra argumentalmente desarbolado ante la ofensiva nacionalista que se avecina irremediablemente.
Hemos de enmendarnos. No todo es defendible y plausible en democracia. No lo es la limitación de las libertades ciudadanas, no lo es el cuestionamiento de la igualdad radical del hombre, no lo es la impugnación de la democracia misma, y no lo es –faltaría más- la disolución de la unidad nacional.
Nuestra obligación es desmontar la supuesta legitimidad de esa reivindicación y del pretendido derecho de secesión de una parte de la nación. Y existe un inapelable argumento de fondo para negarlo. Se priva a los españoles de un patrimonio que también les pertenece, y que además les pertenece de manera irrenunciable.
Es cierto que también hay quien piensa que, en una democracia como la nuestra, los españoles podríamos llegar a renunciar a nuestra herencia voluntaria y conjuntamente en plebiscito nacional, aunque por razones de toda índole de ninguna manera debamos.
Y aquí sostenemos que ni siquiera podemos. Apoyados en la doctrina clásica de los límites del poder constituyente, mantenemos que la reforma constitucional no puede modificarlo todo ni admitir la segregación de una parte de nuestro territorio y de nuestra nación. El poder constituyente constituido no puede atentar contra su propio fundamento, que no es otro que la existencia, la continuidad histórica y la unidad de la nación española.
En España hay dos proyectos nacionales fuertes desde hace muchos años. Y, no nos engañemos, ninguno de ellos es el español. El nacionalismo vasco y el nacionalismo catalán llevan décadas cultivando desde la sociedad civil y desde las instituciones el fermento que socave la convivencia nacional. Y ni descansan, ni ceden terreno, ni escatiman tiempo y fondos públicos.
Ante eso; España necesita un proyecto alternativo que cultive la cohesión de la sociedad española, la fortaleza de sus instituciones y la potencia de su patriotismo.
Los españoles necesitamos un proyecto que invierta el proceso desvertebrador de España que ha provocado que la crisis económica sea aun más profunda.
Necesitamos un proyecto nacional español que no descanse, que no escatime esfuerzos, ni ahorre tiempo, ni hurte medios.
España necesita el proyecto que establezca y acometa un plan de regeneración nacional a corto, medio y largo plazo.
La Fundación DENAES cobra más sentido que nunca para ayudar a esos objetivos de restauración nacional desde la sociedad civil, pero necesitamos trabajar codo con codo con otras instituciones. Y necesitamos que ese proyecto se haga también desde las más altas instancias del Estado, en cumplimiento de los valores y principios proclamados en nuestra Constitución. Que la sociedad acompañe a las instituciones públicas, y las instituciones públicas acompañen a la sociedad en una respuesta coordinada, cabal y efectiva ante el desafío rupturista planteado.
Cinco años después, volvemos a comprometernos, con más fuerza y más ahínco, -también con más preocupación-, a través de este instrumento al servicio de España que es la Fundación DENAES.
Volvemos a comprometernos no solo con un proyecto, sino con una realidad que se resiste a perecer, la de la existencia histórica de una España libre, unida y democrática que quiere seguir siendo una nota fundamental en el concierto de las naciones civilizadas, y no una anomalía más en un coro anárquico, polifónico, tribal y liberticida.
Mantenemos nuestra esperanza intacta en España y en su pervivencia histórica.
Porque tenemos fe en la nación española. Porque contamos con el pueblo español.
Porque contamos con todos vosotros
Lamentablemente no pude acompañar a la Fundación en el día de su quinto cumpleaños. Cada día me siento más orgulloso de ser parte de ella.
ResponderEliminarGracias, Santiago.
www.diloor.blogspot.com
Llevamos décadas de adoctrinamiento nacionalista. El nacionalismo es un potente veneno que hace que un hijo denuncie a la GESTAPO a su propio padre, como en Alemania; que se mire para otro lado ante el crimen (y se justifique, como en el Pañis Vasco; o que se odie a España y a lo español como en Cataluña. No importa que el 90% de calanes haya nacido o lo sean sus ancestros de otras regiones (se enseña a odiar a sus primos). Mientras solo unos pocos clamamos contra este lavado de cerebro. Sin ir más lejos, ayer oí misa en la catedral de Sta. Mª del Mar en Barcelona, oficiada por un cura colombiano y al final, al decir los horarios de misa, dijo "a las 7 será en español". Al momento pidió perdón por decir español en vez de Castellano. Se ve claramente que el nacionalismo se ha apoderado de la Iglesia. No hay nada más contradictorio que un Cardenal católico (que quiere decir universal), que sea nacionalista. Pero el Cardenal Siscard sigue adoctrinando sus feligreses, como buen peón del nacionalismo.
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